El ara romana de La Vid.
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EL ARA ROMANA de La Vid.
La ermita a la que nos vamos a referir se encuentra en el término de La Vid y se menciona en las bulas del papa Alejandro III, de 1163 a 1176, que dicen que hay dos iglesias en La Vid, una en la villa y otra IN MONTE UBI JACET CORPUS CUUISDAM SANTI VICENTIL.
Para ir a esta ermita hay que ascender por las cuestas de la campiña y la senda atraviesa un bosquecillo de robles. Hay que vadear un precipicio en la caliza y allí se contemplan impresas en la roca las siete huellas de las herraduras de la acémila. La ermita está emplazada en una verdeante campa. La fuente ya no existe; estaba en el valle que baja hasta la carretera y sus aguas se han canalizado para el pueblo.
Se trata de una construcción de un tosco románico rural, con bóveda de cañón y puerta de hierro embutida en un arco románico. El templo es de una sola nave y en su centro hay un túmulo que guarda su misterio. Está encalado y dicen las gentes que nadie pretenda desconchar el túmulo y abrir el arca que hay en su interior porque se quedaría ciego de manera fulminante.
A los pies del túmulo hay una hermosísima ara romana, donde su hueco superior de sacrificios lo han aprovechado con una tapa de hierro para depositar por su ranura las limosnas dienarias. El ara presenta una inscripción esculpida en la piedra que dice así :
DEIS E . . . a los dioses de
OVEVNV . . . Oveunu
JULIVS . . . Julius
REBVRRVS . . Reburrus
VSLM . . . . . hace esta ofrenda con gusto por mérito
( Votum Solvit Libens Mérito )
Merece la pena que se abra el túmulo, que de seguro contiene los restos y quizá armas y ánforas del jefe indígena Oveunu, a quien Julius Reburrus dedica el ara romana. Tuvo que ser un jefe astur, porque si se hubiera tratado de un jefe romano, los indígenas no hubieran respetado el túmulo.
El sepulcro es muy grande, de 2,25 metros de largo, un metro de ancho y 1,15 de alto. El lugar, más que de culto, sería de vigía y defensa militar; su dificil emplazamiento lo hace acreedor a ser puesto de observación militar.
En los muros de la ermita existe un pergamino colgado y expuesto al constante deterioro apreciándose su lectura que dicen ser el original, sobre concesiones de indulgencias por prelados para los devotos que visiten la ermita de San Vicente y San Lorenzo de la Gotera, la fecha es de 1598.
Se cuenta que cuando se concluía la misa en esta ermita de San Lorenzo las mozas iban a la fuente a beber agua con la petaca del cura, porque la leyenda aseguraba que la que lo hiciera con fe se casaría durante el año.
Si el turista no sufre vértigo, porque hay que pasar el precipicio, es encantadora la excursión a esta ermita y la majestuosa vista que ofrece al valle de Villasimpliz y Villamanín hacia el norte y el de Gordón al mediodía. Merece la pena contemplar esta panorámica tan hermosa.