Manuel García Brugos
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Manuel García Brugos, Manolo en el entorno familiar y supongo que de los amigos, moriría en 1.981 después de un viaje a Egipto y, tal vez, como consecuencia del fallecimiento de una de sus hijas, trance que le resultaría particularmente doloroso. Pero muy poco antes debio de estar en La Pola según los datos que he podido recoger; el primero de ellos lo hallé en el libro que se encuentra depositado en la Biblioteca del Instituto Leonés de Cultura de León y que lleva por título 50 años de vida literaria y artística en El Mar del Plata. En la dedicatoria manuscrita con bolígrafo de tinta azul figura la fecha de 9 de agosto de 1.978 y está firmado en León. No sé, por tanto, si en esa misma fecha se acercaría hasta su pueblo natal, La Pola, o fue en el año 1.980 como cree su nieto Marcelo Ortells. Sea como fuere, lo que tengo por cierto es que a Manuel García Brugos, Manolo, nunca se le fueron de la cabeza y la memoria su pasado infantil, las imágenes y los paisajes de La Pola.
Y eso, después de salir con toda su familia, por extrañas razones políticas o razones que simplemente Manolo no quiso aclarar a su nieto Marcelo, hacia la Argentina, para arribar a tierras americanas, concretamente a Mar del Plata, en 1.907. Eran ocho hermanos; su padre, Tirso García, ejerció de Juez de Paz en Pola.
Si le fue siempre fiel a la tierra que lo vio nacer, siempre se confesó, también, admirador y respetuoso de la Argentina (sic) y enamorado del Mar del Plata, como puede leerse en el prólogo de la obra citada que -según puede deducirse de su título- encierra mucho de autobiográfica.
La llegada a Mar del Plata de este gordonés quedará grabada en la memoria del poeta para siempre, y junto a esta aventura personal la también vivencia íntima del conocimiento del mar. Para un paisano, un guaje entonces, hecho a los valles y las montañas de nuestro entorno, encontrarse con el océano que llevaba olas y emigrantes a las costas de Argentina, tuvo que resultar impactante. Así que el mar va a ocupar uno de los principales temas de su poesía, y cuando publica por primera vez en el diario El Progreso, decano de la prensa argentina de entonces, lo hará con un Romancillo del mar triste:
Mar apenas
surcado,
mar sin quillas,
solitario...
En el año 1910, aparecerá el diario La Opinión, en el que escribirá, así como prestará su colaboración con la revista humorística Mueca y Gestos y el diario socialista El Trabajo , que harán su aparición en el mundo de la prensa en 1915.
El recorrido por las personas que conoció y frecuentó en estos y sucesivos años es largo, pero quiero traeros una preciosa anécdota ocurrida en 1921 en la que cuenta cómo conoció -ocasionalmente- a la poetisa Alfonsina Storni (que luego se suicidaría y de la que tenemos la bella canción Alfonsina y el mar cantada, si mal no recuerdo, por Silvio Rdríguez). Dice Manuel:
Por aquella época, conversé por primera vez, en la forma más inesperada, con Alfonsina Storni...
Y relata cómo en la playa, mientras paseaba, casi pisa sin querer la escultura que una mujer hacía con mucho primor en la arena, la figura de un niño. Aquella mujer, con la que se disculpó y entabló conversación, era la poetisa Alfonsina Storni, de quien dice, rememorando el ocasional encuentro, que su palabra era amena, interesante; sus ojos, claros...
El 25 de septiembre de 1937 aparece en una foto con ella, cuando fue a visitarla al Hotel Astoria. La noticia de la muerte de Alfonsina conmovió a nuestro poeta, y le dedicará este poema con el que lo dejaremos, de momento.
ELEGÍA A LA MUERTE DE ALFONSINA STORNI.
Alta la frente,
transida por el mal que la aquejara,
cual astro refulgente
que de pronto al abismo resbalara,
de su elevada cumbre
acercándose al borde entre tinieblas,
rodó hasta el mar la esclarecida estrella.
Tal vez con pesadumbre
el mar que tanto amó, le abrió su seno
el agua se elevó en haces de lumbre,
y sin vida ya,
el espíritu sereno,
desplegando sus alas luminosas
se alejó para siempre silenciosa...
La noche estaba obscura,
mas al batir sus alas dulcemente
en vuelo hacia la altura,
blandamente,
cayó alfombrado el mar que la acogiera
una lluvia finísima de estrellas.
Espero que os haya gustado esta primicia. ¿A que no sospechábais que teníamos un poeta tan extraordinario en La Pola? Pues ya que tiene calle, que se la merece, que se conozca su vida y su obra, que también lo merecen.